Su pasión por la música se evidencia con cada nota que sus dedos
arrancan a un piano. Luis Verdugo Rojas, de 78 años, ama este
instrumento y aunque nunca fue un músico profesional, se dedica a
repararlos desde hace medio siglo y a elaborarlos en su propio taller,
desde 1994.
La primera experiencia de Verdugo con los pianos fue a los 9 años. A
esa edad, afinó el piano de un cliente de su padre, Daniel Verdugo, de
quien heredó el gusto por los pianos y la habilidad para arreglarlos.
“No me
avergüenzo en decir que la universidad de mi vida fue el banco de
trabajo de mi papá”.
Hoy, este artista cuencano tiene un taller propio en la vía a Amaguaña
(suroriente de Quito). Allí repara unos 20 pianos al mes y construye
cuatro al año. Una de sus creaciones puede costar hasta USD 200 000,
según el tamaño.
Hoy sus manos maltratadas son la muestra de la dura tarea que realiza a
diario. En 1949, con 18 años de edad, dejó su natal Cuenca y luego de
ocho días de viajar por tierra llegó a Quito; su idea fue ingresar al
Conservatorio Nacional de Música y convertirse en un concertista de
piano. Pero esto no fue posible porque tenía 17 años y, según los
profesores, era viejo para ingresar al conservatorio.
Desilusionado, inició su labor en la reparación de pianos o
‘pianotecnia’, como Verdugo llama a su tarea. Su primer contrato (1949)
consistió en el arreglo de 15 pianos del Colegio Rumipamba (Quito).
Verdugo trabajó con su padre. Él encontraba los clientes en la capital
y, cuando podía, viajaba a Cuenca. Entre las décadas de 1960 y 1980
viajó con frecuencia a España, Italia y Alemania para aprender más
sobre los pianos. Esa experiencia le permite actualmente fabricar sus
pianos.
En su primer instrumento se demoró un año. Medía 1,90 m de largo y fue
tocado por el concertista ecuatoriano Boris Cepeda en el Auditorio de
las Cámaras en 1995. “El piano de Verdugo es uno de los mejores que he
tocado. Su sonido es espectacular y parece hecho por un experto
internacional”, comenta Cepeda.
En sus tareas, uno de sus apoyos
es su hijo Daniel, quien describe a su padre como detallista y
perfeccionista. “Si tenemos que repetir un piano, no importa cuánto
tiempo nos tome. Para él, las cosas se hacen bien o no se hacen”.
Juan Jaramillo, amigo de juventud, recuerda los momentos con Verdugo.
“Siempre fuimos dos aficionados a la música. A Luis también le gustaba
el clarinete”. Jaramillo, incluso, aún recuerda que su amigo ingresó al
Conservatorio José María Rodríguez de Cuenca, en 1942, y recibió sus
primeras clases de piano con el maestro Carlos Ortiz Cobos.
Verdugo no esconde la emoción cuando habla del viaje a Alemania en
2006, en el Mundial de Fútbol. Fue invitado por el embajador de Ecuador
en Alemania, Horacio Sevilla, a presentar uno de sus pianos junto al
músico Boris Cepeda.
“Sabíamos del arte de Verdugo y la calidad de sus pianos -cuenta
Sevilla-. Así que lo invitamos para mostrar el talento ecuatoriano en
un país que se caracteriza por una buena reputación de pianos”.
009 condecoración más importante de Verdugo
La Casa de la Cultura Ecuatoriana condecoró a Luis Verdugo por sus 60
años de labor artística. Segundo Jiménez Zambrano también fue
condecorado. En el acto, ambos músicos deleitaron al público con una
presentación artística.
Verdugo también repara pianos del Conservatorio Nacional de Música, en
donde también da clases. Fabricio Narváez, director del
establecimiento, dice que este artista siempre ayuda a los alumnos. Les
enseña a entonar y les da consejos para reparar pianos.
Los reconocimientos son parte de su carrera. En 1954, Benjamín Carrión,
presidente de la Casa de la Cultura Ecuatoriana (CCE), le otorgó una
medalla de oro y un diploma como constructor de instrumentos, en la
Primera Feria de Artesanías Ecuatorianas Populares.
En 1998, el Ministerio de Educación le entregó la Condecoración al
Mérito Cultural de Primera Clase. En 2007, el entonces alcalde de
Quito, Paco Moncayo, le entregó el premio Pedro Pablo Traversari,
galardón a instrumentos que se consideran antigüedades y que forman
parte del museo Pedro Pablo Traversari.
Ese mismo año, el Congreso Nacional también reconoció la tarea de
Verdugo y lo condecoró por las labores realizadas en el campo de la
construcción de pianos.
El último galardón fue este año y vino otra vez de la CCE. Marco
Rodríguez, titular de la entidad, lo condecoró por sus más de 60 años
de labor artística.
Verdugo aún se sienta frente al piano que tiene en su hogar. Allí
exalta la memoria de su padre. Con su dedo señala un retrato de su
progenitor y dice enérgico: “Gracias a mi padre soy lo que soy. La
universidad de mi vida fue el banco de trabajo que compartí con mi
padre”.
Una vida musical
Trabajo. Actualmente repara los pianos del Conservatorio Nacional de
Música. Su hijo, Daniel Verdugo, está al frente del taller.
Pianos. En Ecuador existen cinco pianos de concierto elaborados por
Luis Verdugo. La construcción de un piano toma de uno a dos años.
Derechos reservados ® 2001-2009 GRUPO EL COMERCIO C.A.
Prohibida la reproducción total o parcial de este contenido sin
autorización de Revista Lideres
Verdugo una eminencia en la
construcción de pianos
CULTURA
Publicada: 2010-05-03
Desde hoy hasta el viernes, 17 alumnos de la Facultad de Artes
disfrutan del taller de Afinación y Mantenimiento de Pianos. Con
maquetas del sistema mecánico de un piano vertical se enseña a los 17
participantes. Este taller es posible gracias al Ministerio de Cultura
y la Universidad de Cuenca.
Dentro de las instalaciones de la Facultad de Artes de la Universidad
de Cuenca la mañana de hoy arrancó el I Taller de Afinación y
Mantenimiento de Pianos a cargo del Maestro Cuencano, Luis Verdugo.
Luis Verdugo y su hijo Daniel dejaron Sangolquí para compartir durante
una semana todo cuanto concierne a la elaboración de pianos
artesanales. Este oficio viene de generación en generación, el Maestro
Daniel Verdugo Alvárez (padre y abuelo de Luis y Daniel) fue un gran
constructor de armonios, instructor de bandas y fagotista de la
Orquesta Sinfónica de Cuenca.
El Maestro Luthier, Luis Verdugo, comenta que su niñez se formó en
medio de instrumentos. “Desde que tuve uso de razón el oficio me
gustó”. Además cuenta que en el año de 1995 la construcción del
primer piano vertical causó asombro en el país. Este fue elaborado con
estructura de madera (eucalipto y abeto) y carpa metálica.
Con orgullo comenta que en el 2006 un piano artesanal ecuatoriano fue
transportado a Alemania.
Hace 40 años el Maestro Luis Verdugo dejó su querida Cuenca para poner
su taller en Sangolquí de Quito.
Calidad del trabajo artesanal
Daniel Verdugo acompaña a su padre en la elaboración de pianos durante
25 años y en el primer taller dictado a jóvenes de la
localidad. Daniel explica que el nivel acústico y el sistema
mecánico son parte de las características de un piano artesanal.
En el taller se abordarán los temas: Conocimiento del instrumento en
conjunto y cómo tratarlo, Tema Acústico, Sistema Mecánico, Regulación
de Mecanismo en piano vertical y de cola, Entrenamiento del oído,
entre otros. (KLP)
Martes 07 de enero del 2003 Gobierno condecoró a Luis Verdugo
La sala permanece silenciosa. Los instrumentos uno al lado de otro
estáticos y las butacas vacías dan la bienvenida al gran protagonista.
Por la puerta entra imponente, vestido de negro brillante. Sobre un
costado unas letras doradas fundidas sobre la madera apuntan al autor
de tan grande obra artística. En mayúsculas y minúsculas aparece el
nombre de Luis Verdugo. Es un piano fabricado con sus manos, el
protagonista.
Toda una vida dedicada a reparar este instrumento, oficio que heredó de
su padre, le han servido para que hoy Verdugo sea el primer fabricante
de pianos hechos a mano de Latinoamérica. Desde su taller, ubicado en
Sangolquí él ha hecho de esta actividad su razón de ser y de vivir.
Todo nace de su sensibilidad y su involucramiento desde los diez años
con los pianos. Reparando, reconstruyendo, afinando, escuchando,
sintiendo. Porque solo así, con verdadera vocación y amor al
instrumento, sin máquinas ni tecnología este artesano ha logrado con
sus manos dar vida a las cuerdas y forma a la madera.
Su primer trabajo fue un piano de media cola de 190 cm. de longitud.
Apareció el 17 de enero de 1995 y fue inaugurado con la interpretación
del pianista ecuatoriano Boris Cepeda, en el auditorio de la Cámara de
Comercio. Luego vinieron tres más. Cada uno tiene un año y medio de
trabajo y su precio oscila alrededor de los 50 000 dólares.
Pero más allá de este valor, el piano tiene otro que no se paga con
dinero. Según Verdugo, el piano es el único instrumento que en el
campo de la música es capaz de expresar todo. La nostalgia, la alegría,
pueden hacerse sentir desde sus teclas. En el piano las blancas y las
negras fluyen desinhibidas embargando de sensaciones profundas a
quien las escucha. “Curiosamente solo el piano es capaz de responder a
las diferentes presiones que se pueden dar en cada dedo, en diez
diferentes formas de aplastar el teclado, él responde a esto
maravillosamente”, afirma.
Al piano Luis Verdugo le debe la alegría de vivir. Porque lo siente, lo
admira y respeta. A él le debe también su reconocimiento internacional.
Como recuerda, en una ocasión, cuando un grupo de músicos alemanes le
dijeron que con ese talento mejor estaría en Alemania. Sin duda para él
esa fue una ofensa, pues como dice: “en el Ecuador también se pueden
hacer grandes cosas”. Valora mucho lo suyo, lo que viene de él y porque
el piano trasmite cien por ciento su forma de ser y sentir es lo único
que lo hace vivir con intensidad.
Y es que como afirma con fuerza y emoción: “este oficio no se aprende,
solo se siente, y nadie puede enseñar a sentir”. Por eso su más grande
virtud está en eso, en ser un hombre consecuente con sus ideas y sus
deseos, aún cuando pasar un año y medio haciendo pianos para muchos
suene una locura. Una locura, sí, eso podría ser, pero la que hace
verdaderamente feliz a este hombre.
Ahora entre risas cuenta que lo mejor que le pudo haber pasado en su
vida es no haber ingresado al Conservatorio, pues alguna vez quiso ser
concertista. Ya que luego del intento descubrió que el encanto del
piano no solo está tocarlo ante un auditorio. Este va más allá. Está en
la complejidad de ajustar sus piezas, en la capacidad de escuchar más
de treinta veces el mismo sonido. En darle forma a la cola y vestirlo
de negro intenso para que luzca elegante pero a la vez sencillo.
En todos esos pasos que como en una cadena de minuciosos tejidos van
dejando poco a poco aparecer al instrumento. Ese encanto también está
en las huellas que quedan en sus manos después de un largo día de
trabajo. Y en esas tardes cuando cansado de darle vueltas a su creación
se queda frente a ella, cautivado de su propio trabajo y un inusitado
diálogo inicia. Ambos silenciosos se alimentan mutuamente. Luis dándole
forma a los sonidos mientras el instrumento le responde dejando que el
maestro reconozca en él su propia alma.
Luis Verdugo nació en Cuenca en 1931, su inquietud por hacer un piano
inició desde hace 18 años. Antes solo remanufacturaba pianos, es decir,
los reparaba respetando las piezas originales.
Un día un alemán necesitaba el arreglo de su piano, Luis tomó el
trabajo y allí comprendió que debía hacer uno propio junto a su hijo
Daniel.
Todos decían que era imposible, porque no teníamos tecnología ni
herramientas. En cada piano tardo año y medio de un trabajo intenso ,
contó.
Existen 5 pianos fabricados por Verdugo, dos están en el Conservatorio
Nacional del Música, otro lo tiene un concertista francés y otro está
en Alemania hasta el 13 de junio.
El primer piano, recuerda don Luis, era un piano de concierto que medía
1,90 de largo y fue tocado por Boris Cepeda en el Auditorio de las
Cámaras en 1995.
Luis dice que no puede olvidar el sonido de las primeras notas del
piano, no podía entender de dónde fluía tanta belleza de sonido.
Comparando con otros, el piano ecuatoriano era todo un resultado
acústico maravilloso.
Pero para lograr esto, la esencia del piano es la madera, dice Luis;
quien utiliza abeto y eucalipto para hacer los pianos. Esas fibras son
el verdadero sistema nervioso del flujo de las ondas sonoras.
Hacer un piano es un trabajo que demanda mucha paciencia y
conocimiento, hay que saber como cortar las maderas y bajar su nivel de
humedad, paso que se cumple en una cabina. Luis dice que el diafragma
del piano es el abeto que traen de Alaska (EEUU).
La fundición del arpa metálica es lo único que Luis no hace, pero este
paso constituye el soporte de la tensión de las cuerdas.
Uno de los momentos más memorables de su vida
fue el año pasado, en el Mundial de Fútbol, cuando fueron invitados por
el Embajador de Ecuador en Alemania a presentar el piano junto a Boris
Cepeda. Este último dice que el piano de Verdugo es muy sonoro, sus
bajos son tan poderosos que asustan, es un piano que tiene mucho
temperamento .
Luis junto con su hijo Daniel empacaron el piano y fueron de gira por
cinco ciudades alemanas. Cuando vieron y escucharon el piano y no
entendían que todo se hacía a mano. Además, el embajador le pidió
dejar el piano allá, pero el se negó yo estoy viviendo el atardecer
de mi vida, y las cosas mías son para mi país, tal vez sea un poco
quijotesca mi actitud, pero yo soy así.
Luis es consciente del valor que tienen sus manos, eso no es dinero,
es arte y eso no lo tiene cualquiera. También considera que la música
fluye y es el lenguaje universal. Puedo con la música despertar
emociones en seres de diferentes partes del planeta sin hablar su
idioma.
Para Luis es una alegría que su hijo siga con su profesión, yo fui la
continuación de mi papá y Daniel la continuación de mi vida. Luis
considera al piano el rey de los instrumentos, porque no necesita el
acompañamiento de ningún instrumento. Y dice que la música le ha dado
una hermosa forma de pasar la vida.
LUIS VERDUGO
Nació en Cuenca el 12 de noviembre de 1931. A los 7 años recibió
educación musical de su padre. En 1949, se trasladó a Quito para entrar
al Conservatorio pero por su edad no fue admitido. Empezó a reparar
pianos en la av. Veinticuatro de mayo y se convirtió en el primer
constructor de pianos de América Latina.
Hora GMT: // - 19:00 Fuente: Diario HOY Ciudad Quito Autor: Por
Verónica Rivadeneira C. - Editora de Cultura
http://www.eltiempo.com.ec/fotos-ver.php?id=40201&mostrar=[[nroFoto]]
EL ARTE DE HACER UN PIANO
Publicado el 19/Noviembre/1994 | 00:00
Quito. 19.11.94. Del teclado del piano brotan los "impromptus"
que el maestro Luis Verdugo ejecuta con cariño. Es el primer
piano hecho en Ecuador: el cuerpo de eucalipto, el chasis fundido
en Quito, las cuerdas tensadas en su taller de la 24 de Mayo.
Enseguida llegan los vecinos para compartir la alegría del sueño
hecho realidad. Todos elogiamos el sonido. Queremos que nos
descubra el como, el cuando, y con acento andino del Azuay -ese
cantadito morlaco- nos contesta brevemente para regresar a sus
impromptus.
En sus manos hay historia. En sus ojos, una emoción que dan ganas
de cuidar, o mejor, hacer respetar.
-¿Qué personas y que ambientes influyeron en Luis Verdugo,
conocido técnico de pianos?
Mis inquietudes artísticas arrancan por allá por la década del
40. En esa época yo apenas tenía nueve años. Mi padre había
tenido la paciencia de encaminarme en el aprendizaje de la
música. Cuando la segunda guerra mundial arranca todo el esfuerzo
de los (países) productores de instrumentos musicales se orienta
hacia la producción de materiales bélicos. Entonces se vuelve del
todo imposible el conseguir un instrumento para que yo pueda
tener un aparato de esos en casa. Mi papá en esa época era
instructor de la Banda de la Sociedad Alianza Obrera del Azuay, y
de los directivos de esa sociedad obtuvo el permiso de que se me
facilite en préstamo un saxofón. Pero con una condición: de que
yo debía ser parte de la banda. Entonces, cuando yo tenía 10
años, ya era un músico de banda.
Por esa época llegó a Cuenca un judío de una habilidad
extraordinaria para tocar el acordeón. El, por primera vez,
instala un bar-restaurante, cosa increíble en el ambiente tan
cerrado de Cuenca, porque era un ambiente clerical, que no
permití absolutamente nada. Se le ocurrió formar un conjunto
musical con elemento muy joven. Y entonces, ahí es donde empieza
mi actividad artística en el mundo de la música. Yo tocaba el
clarinete. Estaba pues, andando entre los 11 o 12 años. Y bueno,
hacíamos música jazz, con un éxito, pero increíble.
-¿Cuándo fue el contacto con el piano?
Yo había tenido esporádicos contactos con el piano a través del
trabajo que hacía mi papá en calidad de mecánico de piano en
Cuenca. Cuando yo despierto al uso de la razón, me encuentro a mi
padre construyendo lo que antiguamente se llamaban los
harmoniums. Esta actividad le relaciona a mi papá con todo lo que
son instrumentos de teclado: el órgano de tubo -que era el órgano
de las iglesias, el harmonium, el melodium, el piano, y las
famosas pianolas que eran un misterio para la época. En
consideración a que yo era el primer varón, se establece con mi
papá una relación tremendamente profunda. Tanto es, que yo, hasta
la edad de 19 años fui su compañero. Yo era el operario de él, a
la vez que era el complemento artístico, porque formábamos un
excelente dúo. El tocaba el clarinete o el saxo, o tocábamos los
dos, clarinetes o saxos.
El maestro se fue formando al calor de las experiencias musicales
junto al padre, y amplio el horizonte "en la Universidad de la
vida, que es la mejor, la que más enseña". Sus inquietudes lo
llevaron a Alemania.
-Ha dedicado toda su vida a la investigación de la mecánica del
piano. ¿Cómo está dotado nuestro país de estos instrumentos?
Del Ministerio de Educación mandaron una comunicación al
Conservatorio de Quito, entidad a la cual yo le sirvo, pidiendo
un técnico para que haga una evaluación en el Conservatorio de
Guayaquil, de Ambato y de Loja. (Ha ido con el dinero de mi
bolsillo). Y me encuentro con que en Guayaquil, posiblemente unos
treinta pianos importados, que debieron haber costado mucho
dinero al Estado, en el lapso de unos 15 o tal vez 20 años, ya
están prácticamente inservibles. ¿Qué solución? Volver a importar
otros 30 pianos. Yo pienso que quienes deberían tomar una
iniciativa a este respecto, sería el Ministerio de Educación.
Podría organizar un núcleo de trabajo como para poder dotar de
nuestros propios pianos a instituciones como colegios, los
conservatorios. Estandarizando los modelos no más que en dos: un
solo modelo para piano de cola y un solo modelo para piano
vertical. En esa forma se podría dar un mejor servicio de
mantenimiento, porque estarían unificados los mecanismos. Y no
hacer lo que ya se ha hecho: comprar pianos de diferente marca,
manufactura y tamaño, y ninguno es servible a menos de que se
manden a trabajar los repuestos exclusivamente a firmas
especializadas.
No hay despedida. Me embarca en "el veterano" - su carro desde
hace 35 años- y me lleva a donde debo llegar. Me quedo cazando
posibles mañanas: un concertista tocando su piano en un
auditorio. Un Ministerio afrontando la construcción de pianos
"hechos en Ecuador". (6B)
Hora GMT: // - 19:00 Fuente: DIARIO HOY Ciudad N/D Autor: CECILIA NOBOA
La Casa de la Música ubicada al norte
de Quito, tiene una alta acústica http://www.explored.com.ec/noticias-ecuador/la-casa-de-la-musica-ubicada-al-norte-de-quito-tiene-una-alta-acustica-180530-180530.html
Publicado el 12/Julio/2004 | 00:00
La impresión que causa observar por vez primera La Casa de la Música,
ubicada al norte de Quito, cerca del Hospital Metropolitano, es grata:
"Con su diseño pretendemos que quien la mire desde lejos tenga la
sensación de que surge de la montaña", afirma orgulloso Belisario
Palacios, uno de los arquitectos de esta imponente obra que estará
dedicada a albergar a los músicos.
Los fondos para su construcción fueron donados por Gi Neustaetter, una
mujer de origen alemán que se radicó en Ecuador tras huir de una
Alemania azotada por la Segunda Guerra Mundial. "Ella se enamoró de
este país y quiso dejarle un legado", comenta Celia Zaldumbide,
presidenta de la fundación Zaldumbide-Rosales, que está a cargo del
proyecto.
Los creadores de La Casa consideran que está entre las mejores de
Latinoamérica. Consta de dos salas: una para 720 personas y otra para
80. Los arquitectos Igor Muñoz y Belisario Palacios trabajaron con Jorg
Kumel, técnico de la firma alemana BBM Müller.
Aunque este escenario aún no se encuentra completamente terminado, su
fabulosa acústica es evidente. Se comprobó durante el concierto de
prueba que ofreció la Sinfónica Nacional, el jueves pasado. "Aún no
podemos hacer planes a futuro sin tener fecha de terminación", acota.
El Municipio ofreció financiar la construcción de la entrada y los
jardines exteriores. (EJ)
En Ecuador se producen instrumentos de alto
Los pianos de Luis Verdugo compiten en calidad con los mejores de todo
el mundo
"Mi papá fue uno de los primeros luthier ecuatorianos, es decir, uno de
los primeros constructores de instrumentos musicales, fundamentalmente
de órganos para iglesias", cuenta Luis Verdugo, creador del mejor piano
de cola jamás construido en Ecuador, que fue utilizado durante la
prueba de sonido en la Casa de la Música.
Al ser el primogénito de un artista en la especialidad de hacer pianos,
fue desarrollando un oído excepcional. Esta valiosa cualidad auditiva
es fundamental al momento de afinar cualquier instrumento.
Originario de Cuenca, llegó a Quito entre 1948 y 1949 con el objetivo
de ser pianista; pero la vida lo llevó a continuar con la profesión que
había practicado desde niño, la de técnico de pianos. Este trabajo
terminó convertiéndose en su razón de vivir.
A pesar de que no hubo colaboraciones financieras, Verdugo, con la
ayuda de su hijo, logró construir un piano que ha sido alabado incluso
por los expertos en acústica de la compañía alemana BBM Müller.
Ahora, el sueño de esta familia de expertos en piano es el de lograr
que los ecuatorianos también se den cuenta que en su país se pueden
realizar trabajos de alto nivel.
Su piano acompañó a la Orquesta Sinfónica Nacional el jueves pasado. El
primero en tocarlo fue el reconocido pianista Boris Cepeda, que tiene
una amplia trayectoria. (EJ)
Hora GMT: // - 19:00 Fuente: Diario HOY Ciudad QUITO